domingo, 21 de octubre de 2018

El niño que jugaba con su juguete


Hace unos días, escribí un post en una de mis redes sociales hablando de una escena cotidiana de la vida relacionada con la crianza y educación de nuestros/as hijos/as. Un post que ha tenido mayor repercusión de la que yo esperaba y que ha suscitado muchas y diferentes opiniones.

De estas diferentes opiniones destaco a aquellas personas que la definen como una historia horrible, otras que preguntan qué se debe hacer entonces, otras que defienden el derecho a mantener conversaciones con adultos dada la gran cantidad de tiempo que pasas con tu hijo/a, otras que ponen mayor énfasis en la facilidad con la que se comparte el móvil y otras que han observado en el post un impedimento a reñir a un niño/a por algo que ha hecho mal.

Como comenté, el post narra una escena para mi muy cotidiana, un reflejo de las conductas y las relaciones que se establecen entre padres e hijo/as en el día a día. 


 
Hablo de los roles, normas, límites, actitudes, respuestas  y formas de gestionar aquellos conflictos que de manera cotidiana surgen entre las familias en los espacios públicos y que, sin mayor esfuerzo podemos observar en cualquier calle de la ciudad, parque infantil, zona de ocio u espacio comercial.

Como decía una escena para mi muy cotidiana y sin embargo, un ejemplo de aquello que se debe evitar reproducir en nuestros procesos educativos, un ejemplo de cómo no ser padre/madre y un ejemplo de la poca importancia que los adultos, en muchas ocasiones, le damos a nuestras acciones diarias y a la repercusión que sobre las personas tienen...

Por ello, te animo a la reflexión desde esta lectura y que, si te apetece, compartas con nosotros/as tu opinión.

¡Escenas de la vida! 

Niño de 3 años entretenido con un juguete, un pequeño muñeco que se adhiere a las superficies. 

El juguete se cae al suelo, ya por segunda vez, el adulto que se encuentran con él, por segunda vez lo recoge, le riñe, lo anima a sentarse y a parar quieto en tono autoritario. 

El niño quieto estaba y sentado también, sólo estaba jugando con su muñeco...

Reacción del adulto?

Toma! Juega con esto y... le ofrece su móvil.

La historia continúa, igual que se ha caído el juguete, se cae el móvil. 

El niño se queda sin juguete, sin móvil, con dos riñas, dos enfados provocados y llorando...

Mientras el adulto continúa entretenido en la conversación tan importante que estaba manteniendo con otro adulto...

Estos momentos son también momentos educativos y nuestras tomas de decisiones y nuestras reacciones inciden directamente en el aprendizaje de nuestros hijos/as.

Dónde nace la cadena de errores?

  • Atención. El nacimiento de esta cadena de errores lo pongo en el adulto, en el progenitor, sease padre o madre, no se habla de género en el post, lo pongo en la falta de atención hacia las necesidades de su hijo en ese momento concreto y en la falta de lectura de la situación.
  • Juego y creatividad. En el cómo invitamos al niño a no utilizar la creatividad, creatividad que nace de la motivación y el interés por jugar, con un sencillo muñeco seguramente elegido por él al salir de casa. El niño se estaba divirtiendo, lo estaba pasando bien y estaba tranquilo.
  • Gestión emocional. El muñeco se cae mientras juega, más de una vez y no de manera intencionada... ¿es un motivo para reñir a un niño? Y aquí continuamos con la cadena de errores, nos enfadamos con él, le reñimos, lo enfadamos y le retiramos el juego.. ¿entiende el niño el motivo de nuestro enfado?

Y como necesitamos un tiempo para nosotros y continuar nuestra conversación porque sin juguete el niño demanda todavía más nuestra atención. 
  •  Sobreestimulación. ¿Cambiamos móvil por muñeco?

E igual que el muñeco el móvil se cae, caída que nos vuelve a indicar que son caídas no intencionadas... Y continuamos riñendo, enfadados/as y enfadando...

El niño en ningún momento hizo nada más allá de comportarse como un niño de 3 años, el resto de las acciones las ha generado la persona adulta. 

¿Y Por qué?

Pues posiblemente porque para el adulto ese era su momento, momento del adulto, aún estando el niño presente y, no era el momento del niño.

¿Justifica ello las acciones? Para mi no...

"Si el adulto hubiera entendido que el niño estaba entretenido jugando y no hubiera realizado ninguna intervención más allá de dejar que el niño recogiera cuántas veces hubiera hecho falta su juguete, adulto y niño hubieran gozado de un espacio compartido estupendo cada uno desde su propio espacio"

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