"No, no me cures la dislexia"
Recuerdo que cuando cursaba EGB en un colegio de “élite” de
mi ciudad, acudir a clase a diario para mí era una auténtica tortura, sobre
todo durante los cursos de cuarto y quinto.
Por aquel entonces debía “enfrentarme” a mi profesor, (del
que por respeto voy a obviar su nombre), una persona que minusvaloraba sin
rubor tu esfuerzo al no ser capaz de alcanzar los objetivos educativos al
tiempo que tus compañeros. Presentar mal una operación porque habías hecho “bailar”
una cifra, o cambiar una palabra al leer en alto en el aula, eran motivos
suficientes para dedicarte un adjetivo hiriente delante de la clase.
Hoy con 44 años a mis espaldas me doy cuenta que el malestar
que generaba en mí, se debía a su falta de empatía hacia los que nos costaba más
sacar adelante los estudios, pero sobre todo, a su falta de preparación.
Durante todos estos años he pensado mucho en ello, en
ocasiones llegando a justificar su actidud esgrimiendo, “es lógico, antiguamente apenas se conocía la dislexia, no se le daba
la importancia necesaria”, pero si
lo analizo con sensatez, ¿por qué entonces la Sra. Portela, una maestra del
colegio público donde cursé octavo de EGB, por cierto a punto de jubilarse por
aquel entonces, se dio cuenta de mi dislexia a los quince días de llegar a mi
nuevo centro escolar?, a ella, y al esfuerzo infame de mis padres por sacarme
adelante en aquella época, nunca podré estarles lo suficientemente agradecido, me
hicieron entender cuales eran los motivos de mis dificultades en los estudios,
lo que me ayudó mucho de cara al futuro.
Fotografía realizada por Pablo M. Campos |
Hace unas semanas Paula Suárez, para mí, una de las
referentes más importantes en el ámbito de la pedagogía, me comentaba como en Positivando,
su gabinete, trabajan en la aplicación de nuevas tecnologías en su entorno
profesional, y me explicaba con detenimiento la manera en que utilizan algunas
de ellas para detectar la dislexia, y trabajar en la mejora de las debilidades
de los que la padecemos. En tono irónico le dije enseguida a mí no:
“No, no me cures la
dislexia”, no
quiero tratarla a cambio de devolver ese porcentaje añadido de creatividad del
que disfrutamos los disléxicos, lo utilizo a diario para la creación de las
campañas de las marketing de mi empresa.
“No, no me cures la
dislexia”,
porque ahora entiendo porque soy emprendedor y he fundado cuatro empresas con
más o menos éxito, según algunos estudios en Estados Unidos aproximadamente el
35% de los emprendedores tienen dislexia, cuando solo está presente en el 15%
de la población, algo cuanto menos curioso.
La afamada revista Forbes nombra a Richard Branson fundador
de Virgin, Walt Disney, Henry Ford, Steve Jobs, Ingvar Kamprad fundador de Ikea
o Steven Spielberg (la lista es
inmensa), como disléxicos, y creo que son un ejemplo a seguir tanto para los
que lo somos como para los que no.
“No, no me cures la
dislexia”, gracias
a ella los disléxicos tenemos el pensamiento holístico más desarrollado, siendo
capaces de realizar análisis más completos de posibles escenarios en
determinadas situaciones que el resto de las personas. Esto nos ayuda enormemente
tanto en el ámbito personal como el profesional, gracias a ello somos capaces
de anticiparnos a situaciones incluso antes de que sucedan, ¿increíble verdad?.
Lo positivo de mi dislexia, hace que bien
valga la pena aquello que tan nervioso ponía a mi profesor de EGB, tener que repasar un par de veces un número
cuando lo escribo o poner más atención en la lectura no sale tan caro. Así que
definitivamente:
“No,
no me cures la dislexia”
Si tienes un hijo con dislexia no te asustes, llevo 44 años
viviendo con ella, todos los amigos tienen cosas buenas y algunas malas, yo
acostumbro a valorar positivamente las buenas y disfrutar de ellas, la dislexia
no iba a ser una amiga distinta a las demás, está compañera de viaje, bien
entendida, me ha permitido pensar y hacer cosas que de otra manera me hubieran
resultado mucho más complicadas o casi imposibles.
Pablo M. Campos Beneite
Fotografía realizada por Pablo M. Campos |
Estas son las vivencias que esta semana; Pablo M. Campos, ha compartido con
nosotros/as, un empresario vigués que no sólo ha aprendido a vivir con su dislexia sino que ha logrado reconocer, potenciar y hacerse dueño de las fortalezas adquiridas gracias a su dislexia y entre las que señalamos:
- Emprendimiento
- Habilidades visoespaciales
- Aprendizaje visual
- Artes visuales
- Pensamiento holístico
- Pensamiento novedoso
- Creatividad
- Memoria declarativa
- Fortalezas MIND (razonamiento material, interconectado, narrativo y dinámico)
¿Qué es la DISLEXIA?
"La dislexia es una dificultad específica del aprendizaje que tiene un origen neurobiológico, que se manifiesta por dificultades en la precisión y fluidez en el reconocimiento de palabras escritas y por un déficit en las habilidades de decodificación y escritura de palabras. Estas dificultades son normalmente consecuencia de un déficit en el
componente fonológico del lenguaje; se presentan de manera inesperada ya que
otras habilidades cognitivas se desarrollan con normalidad y la instrucción
lectora es adecuada. Como consecuencia las personas con dislexia pueden
presentar dificultades en la comprensión lectora y reducirse la experiencia
lectora, lo que puede obstaculizar el incremento del vocabulario y del
conocimiento general" (IDA, 2002; Lyon, Shaywitz y
Shaywitz, 2003).
Es importante reseñar que la dislexia no está relacionada
con la inteligencia por lo que un diagnóstico temprano va a favorecer el aprendizaje
de las personas en el medio- largo plazo.
Cuando hablamos de TDAH, Trastorno por déficit de atención e hiperactividad, en muchas ocasiones podemos hablar también de dislexia, como trastorno asociado dado que comparten sintomatologías y dificultades asociadas.
Os dejo con las palabras que nos deja Pablo Campos desde su experiencia.
"Si tienes un hijo con dislexia no te asustes, llevo 44 años
viviendo con ella, todos los amigos tienen cosas buenas y algunas malas, yo
acostumbro a valorar positivamente las buenas y disfrutar de ellas, la dislexia
no iba a ser una amiga distinta a las demás, está compañera de viaje, bien
entendida, me ha permitido pensar y hacer cosas que de otra manera me hubieran
resultado mucho más complicadas o casi imposibles".
Me gustaría agradecer las emotivas palabras de Pablo, porque la historia se repite en cada una de las familias que tenemos hijos con dislexia, sin notar casi la diferencia entre los años 70, 90 o en la actualidad. Nos ha obligado a convertir las dificultades en oportunidades y tras la lucha en las distintas etapas educativas, nos ha convertido en mejores personas. Y por último gracias a Paula por ayudar a ver la luz al final del túnel.
ResponderEliminarChus, muchísimas gracias por compartir tu opinión con nosotros/as. Desde este pequeño rincón, no puedo más que decir que me parece sumamente importante visibilizar y normalizar las distintas formas y distintos ritmos de aprendizaje del alumnado y como bien dices... convirtiendo las dificultades en oportunidades. Yo también estoy muy agradecida a Pablo por confiar en este espacio educativo y sobre todo por acercarnos a su forma de aprender a vivir con la dislexia, historias personales que no siempre es sencillo plasmar en un escrito, poniendo voz y nombre.
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