Hace
unas semanas participaba en un encuentro entre empresarias/os de la ciudad de
Vigo, un Desayuno organizado por Empresarias Galicia cuya temática versaba
sobre "El uso de las TIC en el sector empresarial y su impacto
social", un encuentro enriquecedor en el que se trasladó el uso de las
nuevas tecnologías a muy diferentes y variadas actividades empresariales. La
capacidad de eliminar distancias, de acceder a cualquier punto, de establecer reuniones
evitando tediosos viajes, su inmediatez y las infinitas herramientas a nuestro
alcance adaptadas a cada necesidad surgida hacen de la red un lugar único en el
mundo, ha creado un nuevo mundo, el "mundo de/en la red". Así lo hemos
hablado en el Desayuno con Felicitas Rodríguez, Jefa del Departamento de Sociedad de la Información de AMTEGA,y así lo hemos hablado al día siguiente en el programa
de radio que tengo el placer de moderar representando a Empresarias Galicia con Edita de Lorenzo, Profesora de la Universidad, Ingeniería Telecomunicaciones y con Lucía Gregorio de INEO.
Y desde aquí
nace este post y aquí es dónde comienzo a hablar de la importancia de educar en el uso y
manejo de las redes sociales y de la impronta
necesidad de educar a los adultos para que puedan educar a sus hijos. Nuestros
hijos/as son nativos digitales pero debemos entender que este hecho de nacer
con la tecnología no los educa en el uso y en la navegación con seguridad por
la red.
Las
tecnologías son buenas y positivas, su aprendizaje y su uso hoy en día es ya una
necesidad, todas las personas deben empezar a prepararse para vivir en este
mundo tecnológico, nos guste o no en la sociedad la tecnología está implantada
en casi cada una de nuestras acciones.
En la
actualidad, uno de los conflictos más habituales, que se están generando en los
domicilios familiares es el uso y abuso del teléfono móvil por parte de los
hijos/as en edad adolescente y no tan
adolescentes y, la incapacidad, reflejada y asentida por los propios padres, de
establecer unas normas de consenso y unas pautas de uso que no rompan con el
desarrollo personal, psicológico, social y emocional de nuestros menores.
Las
quejas más habituales de los padres, yo trabajo estas situaciones tanto en
Positivando Gabinete psico-pedagógico como en las formaciones de "Escuela de Padres y Madres",
que acaban generando disputas y en ocasiones provocan situaciones de violencia
física y emocional en el domicilio familiar es el exceso de horas en las que el
menor pasa delante del teléfono móvil y ante la imposibilidad de tomar
decisiones, los padres están optando por el castigo y la retirada violenta de
ese dispositivo móvil.
Sin
embargo, es curioso ver cómo todavía no está siendo un tema de excesiva
preocupación el uso que el menor hace del teléfono móvil, ¿qué páginas visita?
¿respeta la intimidad de las personas y la suya propia? ¿recibe amenazas a
través de las aplicaciones de mensajería instantánea? ¿está amenazando a alguna
persona? ¿envía o comparte fotos de otras personas? ¿acepta amigos/as
desconocidos en sus redes sociales? Y así más de mil preguntas nos podríamos
seguir haciendo sobre el uso habitual que nuestros hijos realizan desde su
teléfono móvil pero que sin embargo todavía no estamos acentuando nuestra
preocupación en ello.
Los adultos tampoco utilizan con responsabilidad las nuevas tecnologías, pienso son conscientes de ello, ni aplicaciones
como el WhatsApp y ni tan siquiera las redes sociales tipo facebook, instagram,
etc. Dadas las escasas regulaciones legales todavía no somos conscientes del
mal uso hacia el que estamos dirigiendo nuestras acciones, es altamente
preocupante el bajo nivel que estamos teniendo en la protección de nuestros
datos y mucho menos en los de terceras personas, el derecho a la intimidad y la
protección de la imagen se está perdiendo. Siempre me gusta poner el mismo
ejemplo "llegamos a nuestros domicilios y nos cerramos para preservar
nuestra intimidad, intimidad que además no nos gusta se vea rota y sin embargo
encendemos el ordenador y publicamos parte de nuestra vida en ella, sin pudor
ninguno". Puede ser que nos dejemos llevar por un estadio de felicidad al
ver la popularidad que alcanzan nuestras publicaciones, puede ser que nos
encante que nos vean o puede ser que queramos mostrar nuestra mejor cara, el
motivo quizás no importe pero aquello que sí importa es que debemos aprender a
ser conscientes de que toda la información que aportamos además de hacer que
expongamos nuestra vida, estamos regalando nuestra información. Hay una frase que dice "si algo es gratis, entonces
el producto eres tú".
Las
publicaciones de imágenes de menores en las redes sociales, ha sido otro
tema que también hemos abarcado. Cada persona debe tomar sus propias decisiones
y este post no trata de buscar culpables ni malas acciones, si bien soy de las
personas que opinan que esta acción acabará siendo legislada y se prohibirá
subir a las redes fotos de menores independientemente sean o no nuestros
hijos/as. Las imágenes que subimos, una
vez establecidas en la red pertenecen a esa red y además de dejar de pertenecernos pueden ser trasladadas
por todos los lugares y espacios de la red perdiendo totalmente el control de
la misma y el uso que a esa imagen se le puede dar, puede que no lleguemos
nunca a enterarnos pero también puede que sí y entonces será cuando nos
sorprendamos del uso que otras personas hacen con imágenes para nosotros
importantes. Muchos padres me responden con una pregunta ¿a quién le va a
importar mi vida? con interesarle a una persona ya es suficiente sobre todo si
se trata de proteger la intimidad de nuestros hijos o de aquellas personas que
no tienen la capacidad de autoprotección, personas con dificultades, con
necesidades educativas especiales, personas dependientes, etc. Y aún pensando
que no nos importa subir fotos de nuestros/as hijos a la red, pensemos en qué
pensarán nuestros hijos cuando una vez sean mayores, entren en nuestro perfil y
se encuentren parte de su vida expuesta de manera pública, aquellas fotos de
nuestra infancia que hoy se encuentran en álbumes guardados en una estantería y
que sólo mostramos a aquellas personas que nos apetece, en estas nuevas
generaciones las tenemos expuestas en álbumes virtuales con acceso a todas las
personas que lo deseen porque la privacidad no es total y el acceso restringido
tampoco. Cada foto, cada imagen, cada estado que subimos se va manipulando y extendiendo
ante cada me gusta, cada comentario y cada interacción de cada amigo que
tenemos adherido a nuestra red o que ni tan siquiera se encuentra adherido.
6
pequeñas recomendaciones
- Aprendamos a proteger nuestra intimidad y la de las personas que se encuentran a nuestro cargo. Elijamos con responsabilidad las imágenes que subimos.
- Eduquemos en el buen uso de la red y del teléfono móvil. Eduquémo-nos primero los adultos.
- La edad recomendada para tener el primer móvil podemos entenderlo como con 14 años, hay profesionales que indican que incluso refieren los 16 años. Cambiemos el regalo de la comunión y no regalemos dispositivos electrónicos, dejemos que sean los padres quiénes lo decidan y asuman la educación en relación a sus decisiones.
- El ordenador en casa debiera estar colocado en un lugar común, por ejemplo el salón y debe ser propiedad de los padres. Si los niños/as aprenden a utilizarlo con nosotros además de estar compartiendo un tiempo de presencia de calidad estamos educando.
- El teléfono móvil debiera estar regulado por un uso y unos horarios convenientemente consensuados con nuestros hijos, adaptado a su edad y ritmo de vida. Las horas de sueño, comidas, estudio y actividades sociales deben prevalecer en la toma de decisiones. El teléfono móvil, tablet, etc debe ser también propiedad de los adultos para poder regular las normas y el buen uso de manera controlada.
- No se trata de EDUCAR en el NO, se trata de enseñar, de generar confianza y dotar de herramientas a nuestros hijos para responder positivamente ante las posibles amenazas virtuales que se puedan presentar (spam, virus, ciberbullying, contacto con personas desconocidas, sexting, etc).