lunes, 2 de mayo de 2016

Una situación de acoso escolar. Pequeñas herramientas para su detección



El acoso escolar es una forma de violencia, una forma de maltrato de un menor hacia otro menor en el entorno escolar entendiendo como maltrato: agresiones físicas, agresiones verbales en forma de insultos,  motes dañinos o rumores, amenazas o exclusión, no dejándole participar en juegos o en actividades sociales conjuntas. Si bien las situaciones de violencia las asociamos a conflictos en la etapa de Secundaria, sabemos que también afecta a niveles de Primaria. 

Para ser considerado acoso debe ir acompañado de estas tres circunstancias; el comportamiento debe ser agresivo, debe producirse un desequilibrio de poder entre los menores y debe ser realizado de manera reiterada y repetitiva.


Destacar que este tipo de violencia, no puede ni debe ser tipificada como  "son cosas de niños", porque existe y porque son situaciones traumáticas en las que hay mínimo dos menores, el acosador y el acosado, ambas víctimas de una situación y, aunque las causas y sus consecuencias pueden ser totalmente opuestas, en ambas partes existen daños personales, psicológicos, familiares y emocionales que es preciso reparar.

Es necesario entender que las relaciones sociales en el medio escolar se encuentran entre las más significativas del proceso de socialización, y estas determinarán aspectos importantes sobre el desarrollo de la autoestima y la personalidad.

Su detección es fundamental. Las señales en el menor agresor son más visibles porque su actitud se manifiesta más agresiva y porque suelen estar involucrados en los conflictos del aula, recreo o actividades extra-escolares. Las señales en el menor acosado son menos observables y están asociadas a lesiones inexplicables, pérdida o rotura de material o ropa, decaimiento, dificultad para conciliar el sueño, pérdida repentina de amistades o del habla habitual, simulación de enfermedades, manifestación de comportamientos atípicos.

María
"A María le duele todos los días el estómago, nunca le apetece ir al Colegio y las discusiones en casa por las mañanas se han convertido en una constante. Es una niña tímida, callada. Pese a sus recientes 9 años y de tener que estar disfrutando de su tiempo en la escuela, no quiere ir. Ha comenzado a dejar de hacer las tareas escolares y en el segundo trimestre ha suspendido 6 asignaturas. Sus padres no saben qué le sucede y se encuentran muy preocupados. Se han reunido en varias ocasiones con el tutor del aula y la dirección del centro escolar pero no han encontrado ninguna respuesta. Les han recomendado que le realicen alguna prueba por si pudiera estar padeciendo un trastorno o algún problema relacionado con la atención y/o la hiperactividad dado que su nivel académico ha descendido notoriamente y su capacidad de atención es muy deficiente. Les han comunicado también que es probable que tenga su autoestima muy baja  y que su nivel de socialización no es el adecuado para su edad.

María no les cuenta nada cuando intentan abordar con ella el tema de la escuela se mantiene en actitud pasiva y deja de hablar aceptando las discusiones, riñas y más de una sanción que sus padres le han impuesto por sus malas notas y su abandono en la realización de las tareas escolares.

Tras tiempos de diagnósticos, realización de pruebas, control por distintos profesionales... al observar las conductas de María se descubre que...

A María lo que le sucede es que el entorno escolar se ha convertido en un lugar cargado de amenazas. Nadie se ha preocupado de ella, de acercarse, de ayudarla a vencer su timidez y poco a poco ha quedado desplazada hasta ser considerada como una niña “diferente” y “extraña” siendo una niña con unas capacidades y habilidades de lo más adecuadas para su edad.

Su timidez la ha llevado a quedarse sola en el patio del Colegio, a recibir insultos, a que ningún grupo la acepte, y a que nadie la quiera por la creencia de que hace siempre todo mal, entre algunos de los insultos le llaman “tonta” y “muda”, cuando no la “muda tonta” y otro tipo de amenazas con las que el propio grupo se divierte y consideran divertido.

En el aula ha acabado sentada en la mesa del final de todo y a su lado otra niña con una personalidad totalmente diferente que la molesta más de lo que la acompaña porque nadie la quiere tener a su lado.

Las constantes llamadas de atención en el aula porque no hace los deberes hacen que también el grupo se mofe y ría de ella, sigue siendo la “tonta” y de continuar así nunca dejará de serlo."



¿Por qué nadie se ha percatado de ello?
Principalmente porque María no se encuentra en el perfil de alumnos/as con conductas observables, por su propio carácter María acata las normas, no se opone, no se enfrenta y sus valores en casa son admirables. Es una niña amable, no tiene actitudes violentas con las personas de su entorno, no da malas contestaciones y no le gusta generar conflictos.

Esta forma de ser en el aula, tampoco le genera conflictos. Los profesores no deben estar pendientes de ella y siempre ha realizado los deberes hasta que la situación se le ha escapado de las manos y ha comenzado el sufrimiento. Sus notas han comenzado a bajar y el primer motivo que se contempla es la baja motivación o la búsqueda de un trastorno. Por su forma de ser ninguna persona se ha parado a pensar que pudiera ser el primer síntoma visible de una situación de acoso escolar.

Ella no tiene herramientas personales para gestionar situaciones de presión y el grupo de alumnos/as tampoco, por lo que todos se han convertido en víctimas de una situación, si bien la mayor perjudicada en este caso es María, por ser víctima de un grupo social. Esto es también acoso escolar y en estos casos deben ser los adultos, Dirección, tutor/a, profesores y orientadores los responsables de mediar en las situaciones de conflicto que se generan en el medio donde ejercen su profesión y donde ellos son los principales responsables de la acción educativa.

En los centros escolares existen "Planes de Convivencia y Mediación Escolar" y para ponerlos en práctica la principal de las acciones es la observación y la detección. Muchas veces lo dejamos en que son “cosas de niños/as” y no es cierto, estas experiencias son aprendizajes que deben ser reconducidas y aprovechando el conflicto mediar para enseñarles a resolverlo y dotar a cada uno de los miembros de herramientas para su resolución según sus características. 

No es complejo. Al contrario es enriquecedor y con consecuencias muy positivas para toda la comunidad escolar y para el desarrollo emocional, personal y cognitivo de los alumnos/as.

(Los datos aportados en este post en relación a la situación de María han sido modificados para preservar la intimidad de la familia y del menor víctima de la situación)

1 comentario: