El día 20 de
Noviembre, se celebra el Día Universal de la Infancia, fecha
en la que la Asamblea General de la ONU aprobó la Declaración de los Derechos
del niño en 1959. El mismo 20 de Noviembre de 1989, se acordó el texto final de
la Convención sobre los Derechos del Niño y cuyo cumplimiento es
obligatorio para todos los países.
Este año, este día busca
promover el bienestar de la infancia, recuerdo mi post del año 2015 con especial cariño, hablaba de la importancia del juego en la infancia.
En este momento
convulso donde desde los medios de comunicación nos llegan casi a diario noticias
relacionadas con el acoso escolar también llamado bullying, menores que agreden
a otros menores en el entorno escolar, el acoso en las redes o ciberbullying,
menores que acosan e insultan a sus compañeros u conocidos a través de las
diferentes herramientas que la tecnología pone a su disposición, menores que
insultan y pegan a sus padres, que destrozan su domicilio y viven en pleno
estado de infelicidad e insatisfacción, el Síndrome del Emperador y trastornos de conducta y actitudes
tiránicas que derivan de carencias en los afectos y en la débil protección a la
infancia, menores que controlan a sus parejas, que confunden los celos con la
verdadera esencia del amor romántico y del primer amor, estereotipos sociales
más marcados que hace décadas e identidades de género que adoptan para ellos y
ellas y que les está llevando a normalizar y entender la violencia, el control
y los celos como parte activa de las relaciones personales, actitudes que yo encuadro dentro de los procesos de violencia invisible sobre los que he escrito en diferentes ocasiones y,
otros trastornos que se están manifestando y que parece quieren hablar de una
parte de la infancia "enferma" y "medicalizada".
Promover
el bienestar de la infancia
Este lema me parece
una práctica estupenda de "Participación activa de los adultos",
como responsables de llevar a la práctica todos los derechos que hoy celebramos,
derecho a ser niño, a crecer en libertad, a una identidad, a la salud, a
cuidados especiales, a una familia, a una buena educación, a protección y
socorro, a no ser abandonado ni maltratado y a no ser discriminado.
Hablando de
participación activa de los adultos y la promoción de políticas adecuadas a sus
necesidades, deseo centrarme y poner todo el énfasis en el "derecho a la
educación", a la educación en casa, a la educación en familia, a la
educación en la escuela y a la educación personal, psicológica y social.
Las señales de violencia que estamos observando
por una parte de nuestra infancia son una clara señal de alarma que debiéramos
estar atendiendo y sobre la que debiéramos ya estar actuando, ni víctima ni
agresor, menores de edad son culpables, atendamos a sus necesidades y cambiemos
el curso de sus vidas, de las vidas del futuro.
Parémonos a reflexionar sobre nuestra praxis
educativa, nuestro estilo educativo en la relación con nuestros hijos, nuestro
lenguaje verbal, nuestro tiempo de conversación con ellos, nuestro tiempo de
apoyo y protección.
La base de la educación somos nosotros los
adultos, el cambio se encuentra en nosotros y ¿por qué tenerle miedo al cambio,
si nuestros niños nos están pidiendo un cambio? Quizás si promovemos actitudes positivas, sonreímos más y mejor, mejoramos nuestro lenguaje, trabajamos nuestra escucha activa e identificamos y aprendemos a reconocer nuestra emociones quizás todo sea más sencillo, para mayores y menores.
Mi
sentir...
Hablemos
con los niños
Mi
sentir...
Escuchémoslos
Mi
sentir...
Hagámoslos
partícipes
Mi
sentir...
¡Actuemos
con responsabilidad como padres y adultos!
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